A mí me cortaron la cabeza y la dejaron esparcida entre cenizas de renacimiento y una tierra que nunca pisé pero lleva mi nombre, quiere que la cultive, llena de yuyos de rojos diferentes, un violeta en las semillas que crece y decrece cuando me acerco y me reflejo en ellas.
A mí no me cortaron las manos porque todavía se palpar las partículas de aire con sabores exquizitos, otros no tanto, a veces se tornan nebulosos pero no las escupo.Mis piernas me corren, se escapan de un cuerpo etéreo y el ente quiere ser más. Las uñas clavadas en la pared me ayudan a teprar para que mi pelo no se enriede con mi lengua, llena de poros con palabras por destrabar, quizás hoy no, ni mañana, ni pasado mañana. Quizás aparezca de la boca de otro que encuentre mi cabeza y quiera colocarla en su lugar.

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