Extrañar, extrañar, extrañar.
Qué necesidad inutil. Qué pensamiento tan practicado. Y los locos gritan de desesperación por reencontrar a ese ser aspirado. Los ojos se derriten en un mar salado. La cabeza se funde en un divague cotidiano y el recuento de los días por la aparición viva del recuerdo futuro.