Sin pensar, intenta que las palabras caigan y se desmayen contra el renglón. Les da vida, como si de cuerpos se tratara, replegados entre si. Todo corre y fluye drenando el interior de pensamientos, simulando la caida ilesa, caida en la que inevitablemente desfallece y renace ciclicamente. Aun en el desvarío de ideas, se retuercen sus pasos sin aniquilar la razón.
