A veces el perdón no alcanza, ni las buenas intenciones, ni los arrepentimientos o justificaciones. A veces, simplemente la cagamos y derrumbamos todo eso que estábamos construyendo. No basta la palabra de un desconocido para afirmar que ''somos buena gente'' y que los errores también nos corren a nosotros.
No alcanza con hacerse cargo o intentar remediarlo, ¿Quién volvería a confiar en un desconocido? ¿Por qué le darian una segunda oportunidad?
Solo dejamos la pelota estancada, porque nadie cree que realmente esté allí.