Hay mitades, hay etapas, hay ciclos y todo se repite. Somos una gran onda oscilante, la naturaleza nos gobierna y El de arriba nos saluda, dejándonos ser. Un universo perfecto, nosotros semejantes y complementarios.
En un mundo de tantas energías, los cambios son transgresiones que nacen y renacen, del ser a la vida y del todo al ser. Una flor, una respiración, una naríz. Un encuentro, un beso, un adiós.
Quien sabe contemplar los cambios, sabe que empiezan de lo chiquitito y no necesitan alabanzas. No hay mejor verdad que la realidad misma, la cotidiana. Una mano sobre la espalda, una mente que descansa y ya no se cuestiona.