A veces siento que no vamos a ningún lado, pero tranquilos, no lo digo como algo malo. Somos jóvenes, ¿Qué podemos pensar acerca de ello? ¿Una casa, un trabajo, una familia, chicos corriendo por el jardín? Es todo tan lejano así como los días de la infancia donde yo era la que corría por el jardín, incluso aunque el mío no era muy grande para correr pero, entienden a lo que voy.
Hay algo grande que nos espera y eso nos relaja, es tan sencillo y distante como manejar. ¿Cuántas personas en el mundo tienen el registro de conducir? No implica mas que un par de clases o un conocido que te enseñe, la prueba, y ya está, credencial en mano. Pero hay tantos otros que no manejamos, que no tenemos una familia (creada por uno) una casa, un trabajo. Aun así no importa por ahora, somos jóvenes y vivimos de los sueños, los libros y las películas a la madrugada. salidas a la noche, drogas paralizadoras o el alcohol tan (asquerosamente) bien acepado.
Creo que puedo con esta vida, si la observo desde un marco teórico. Es solo una sucesión de rutinas (espantosas), deberes y algunos sobresaltos propios. Vivir, convivir, estudiar, enloquecer, salir, crear y esperar a que todo eso se vuelva a repetir pero en órdenes distintos.
Pero la vida no es un marco teórico, es la cosa más experimental que podemos atravesar. La mía es prueba y error, con muchas constantes que detesto y otras variantes que necesito.
¿Podría imaginarme la mía sin aconsejar? Soy una aconsejanómana empedernida. No hablen conmigo de sus problemas si no esperan que tenga la necesidad de resolvérselos. Todo el tiempo siento que tengo que salvar al mundo, aun cuando se que es improductivo en algunos casos. ¿Por qué? Simplemente porque no puedo hacer que los demás hagan lo que no quieren hacer aun cuando sea la solución mas conveniente. ¿Por qué necesito ocuparme de problemas ajenos? Mis amigos en su rol de psicólogos lo contestarían muy fácil: Porque no quiero hacerme cargo de los míos.
¡Qué absurdo! ¿no? Tanto como decir que soy una negadora.