Fieles

18 enero 2012

Colocando suavemente sus manos sobre aquél borde que generalmente es de de un metal ahuecado o una madera barnizada, se la va deslizando hasta unirla con su vecina, su espejo contrario, donde sus costados se tocan en un cierre.
Este marco transparente, hace su gracia cuando de a poco la brisa aparece, moviendo esas telas tendidas que bailan entre los rayos del Astro Rey. LA satisfacción misma de mirar un mundo desde la altura adecuada para mirar los techos del barrio, los arboles, un mundo teñido de amarillo matutino.