Creo que no hace falta aclarar que en los últimos post, fer dicidió abrir su diario guardado en word, volcarlo al blog y reflejar cada instante de una locura literaria realmente enfermiza, pura adolescencia que no es gritada ante la cara de los necesarios.
He aquí un viejo texto que quien me conoce se dará cuenta de quien habla y por qué, teniendo en cuenta el grado de enagenación al que llegué.
Locura putrefacta ( manías amorosas resentidas)
De la incertidumbre aliviada en tus ojos y noches enagenadas callando, demostrando que todo renace y se extingue en uno mismo, de una forma exquisita y repetitiva como las palabras mal deletreadas que aparecen por simple placer masoquista, por los ojos que extraño, que se divierten jugando con otros muy distintos a los míos, carentes de sentimientos semejantes.
Envidia que envenena y de apoco mata al ser irracional, aquél que se destruye por la misma locura de tu viejo sentimiento, superfluo, volátil, áspero, ruidoso, estallando en cada renombre.
Así, al estilo shakesperiano podría declararme inútilmente con indirectas confusas y precarias de entendimiento, ser superior de encantos que no pasan por la comprensión.
No sé por qué te amo imperfectamente, a mi estilo de camisa de fuerza, de frescura amanecida en tus ojos, que callan eternamente un futuro que sólo el pasado me dio el lujo de conocer en aquellos tiempos remotos de mi existencia, tiempos que anhelo completamente, deseando que se repita, conciente de tu importancia cuando te convertiste en puntos suspensivos por mi inseguridad pasajera y ciclotímica.
Así, al estilo shakesperiano podría declararme inútilmente con indirectas confusas y precarias de entendimiento, ser superior de encantos que no pasan por la comprensión.
No sé por qué te amo imperfectamente, a mi estilo de camisa de fuerza, de frescura amanecida en tus ojos, que callan eternamente un futuro que sólo el pasado me dio el lujo de conocer en aquellos tiempos remotos de mi existencia, tiempos que anhelo completamente, deseando que se repita, conciente de tu importancia cuando te convertiste en puntos suspensivos por mi inseguridad pasajera y ciclotímica.
Como cascadas aleatorias inconstantes, alejadas de la continuidad de tus besos que se ahogan en el vasto recuerdo inconcluso, me dejé llevar en un pasado pueril, deshabitado, acarreado por una locura putrefacta, hubiera cambiado mil poemas porque simplemente durara un poco más.
Un deseo desintegrado.
Una necesidad volada,
que en el aire disperso
finge un ‘‘no te quiero’’
Un deseo desintegrado.
Una necesidad volada,
que en el aire disperso
finge un ‘‘no te quiero’’



