Fieles

06 abril 2013

Edad

Me acuerdo cuando era una nena (más que ahora) y te miraba como un imposible, tan grande e indiferente, vos un adolescente yo saltando la soga y jugando con muñecas. Hoy, recien hoy descubri que me miras diferente, será que ahora creci y la diferencia no es abismal.
La barrera paso de años a ser pudor o verguenza, porque ninguno jamas alzaría una palabra para reconocer esa ternura que escapa cuando nos miramos.

Dentro de las peras, las manzanas y las tortas, también existen las personas de dos mangos; aquellas dispuestas a brindar una mano virtual pero jamás una mirada frontal.
Estos seres son grandes endulzadores de oídos y no critican los hechos de forma constructiva, a veces callan cuando el error vive y no somos capaces de encontrarles un nombre.
Particularmente les gusta gritar por falta de conocimiento, de causa y consecuencia.
Se dice que es común en ellas ir por la vida sin darse cuenta que viven para contarlo, los años les pasan por la cara y jamás trazan un destino, porque no hay nada que las llene, porque de tanta apariencia ilustrada no pudieron crear un espíritu propio, o este se venció en su niñez.
Suelen viven del error, prefieren no darse cuenta cuál es el medio que afectan, eligen la enfermedad como excusa salvadora, la mentira como escudo y la ignorancia como material de instrucciones

Personas de dos mangos no sirven, porque la moneda esta devaluada y hoy, dos mangos no llegan a significar ni un dolar.

Primer contacto

Me desconciertan los anteojos que impiden ver a la gente a los ojos por culpa de los vidrios polarizados, es un bloqueo a su escencia.
Cuando hablo cara a cara, necesito mirarlos, no es vital hacerlo fijamente, pero sí tener ese campo visual despejado.
La sonrisa no nace en los labios si no en los ojos, como las lágrimas, las sorpresas y los deseos. ¿Por qué debería perderme ese nacimiento?
Si yo miro, hablo con el pensamiento y siento con las pupilas.