No me animé a decirlo, una vez más.
¿Será que me ahogo en la inseguridad de la hipotética mirada penetrante, estupefacta, en desagrado con una noticia que debería tener buen impacto?
Pero nunca se sabe con las cuestiones del tiempo. Son cosas que simplemente suceden pero me gustaría evitar.
El repulsivo sentimiento de no pensar en otra cosa, una necesidad extrema de bienestar ajeno, egoísmo ya olvidado, preocupación asumida, horas en babia, en recuerdos sostenidos, perfectos. Presentes que aclaman su presencia, nostalgia empalagosa. Palabras que se piensan y no se sueltan al mundo real.
