A la fuerza le arrancan a uno ese placer inconciente, de largas horas intactas, con soplos y ruidos extraños, con un lagrimeo pegajoso que cuando se seca molesta a las pestañas y se va hundiendo en las cavidades.
Es que en ese estado uno no molesta, ni siquiera existe. Entonces, ¿Por qué tanta saña tiene el despertador? ¿Por qué mi madre me obliga a ir al colegio tan temprano?
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