Ya va más allá de mí, pero prefieren no entenderlo y aun así lo atribuyen a aquello que simplemente me libera.
Esos castigos estúpidos no llevan a nada, no para bien, no remedian el desatento ni generan respeto u obediencia. Son penitencias para no pronunciar la palabra "miedo”, son mecanismos de aislamiento porque le temen a mi independencia.Carentes de razón, atacan al subordinado, lo apresan, lo someten al aislamiento, al destierro de la emoción prematura y como los súbditos no tienen ni voz ni voto, el futuro se hace un presente constante y resigna, con el correr de los días a la idea de liberación.
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