Fieles

18 mayo 2010

Helena te envidio

Al final actué con él y con mis nervios, producto de la escena compartida donde nuestras manos, ahogándose de sudor y apretadas sostenían un feliz matrimonio que luego de 5 minutos, un par de aplausos y un abrazo iba a desaparecer entre los escalones del escenario.
Sus ojos se clavaron en mi, o mejor dicho, los ojos de Benjamín se clavaron en los de Helena, mi excusa moribunda, aferrada a él,  a una tristeza que aumentaba con el estado infligido por el mismo papel a interpretar, estado que no logré completamente, porque eran simples sollozos, algo insignificante a la idea de tener una enfermedad terminal y tener a mi esposo llorándome al lado. Y no, obvio que no salió, ni iba a salir si pensaba en que detrás de sus anteojos, detrás de los rulos que caían desprolijamente hasta su nariz, tenía una mirada sólo para mi y no para la desgraciada Helena.

1 comentario:

  1. Y muchas veces, el final de una escena, es solamente el principio de una obra...
    Así y todo, esta Fer es una tragedia, que muchos vimos, y todos sabemos como acaba... Así y todo, el escritor de tus deseos e impulsos todavía no aprendió a escribir algo nuevo... Y no conoce la existencia de los finales felices.

    Del mismo

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