Insinuando que la supremacía se cumple y gobierne el ser exterminado, aquél que recibió más balas que el mismo general de la batalla, que se asustó y yo salí para el otro lado, porque las lenguas vivas asociadas, a los malcriados, a las viejas chusmas, a los helados vencidos, caminaron juntos a la frontera del deseo idiotizado, como lagunas de lo eterno, como pasares intranquilos, como cada viento nuevo que me atravieza y crea una poesía distinta, de esas que alguna vez servirán de algo para aliviar tu partida. Y que hoy suelto el pelo y dejo de lado los moños, el delineador y la cámara aparecida.
Tus heridas son múltiples en el papel de seda, en las cortinas ya caídas y las persianas rotas.
Tus heridas son múltiples en el papel de seda, en las cortinas ya caídas y las persianas rotas.
Se ven aquellos, allá a lo lejos, que intentan gobernar en un mundo fraudulento, de pensares sometidos a horas de silencios a simulacros putrefactos, por las sonrisas que cayeron antes que se convirtieran en carcajadas, porque ahora son sólo pedacitos de sal, de vino cortado, de números impares, de torres amanecidas, de guardianes en lo que alguna vez busqué amor como en tus ojos.
Y caí de nuevo, aunque por lo menos pude ver que sos así con cada ser existente y me tranquiliza, pero a la vez me desconcierta por que ya no sos un nene, ni un general, ni mi novio.
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