Pedazos de cartón en un ánima apurada; el sol recae en mí y soy reflejo de él, lo huelo, lo disfruto como cada ropa que se desliza entre los cuerpos primaverales.
Es un día lindo y no entiendo cómo la gente se desplaza, o sea no entiendo el caminar, por qué la gente camina y avanza y se mueve así tan fragilmente, tambaleante, casi en el bamboleo de un barco, ¿Será la incidencia de la energia que nos recorre y las fuerzas gravitatorias? Si, debe ser eso, el peso de un paso sobre el otro y el piso que nos contiene.
Peso-paso-piso, así, en ese orden, si fuera piso-paso-peso, estaríamos caminando hacia arriba y no tendría sentido y una teoría no puede no tener sentido, sería un insulto mayor a una vaga conjetura, ese deductivo de mala gana.
Estoy tambaleante sobre el piso, mi espalda firme clavada, rígida comola tierra que me sostiene, quizás seamos una y nos separamos las demás horas para entender que no hace falta continuidad para ciertas cosas, solo dejar ser.
Crónica de un pasto verde, martes después del parcial.
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