Caés.
Una vez más culpa del desconocimiento. El asombro te inunda porque la confianza te jugó otra mala pasada.
Crecés.
Porque de los errores es donde más se aprende. Parada frente al espejo de la conmoción. Y la crisis tiene una respuesta, y el camino lo construís con nosotras.
Creés.
Porque apostás a vos, Petiza
mía, sabiendo que todo lo malo es un juego adolescente para descubrir
la verdadera mujer que hay en vos; esperando, un poco más, sin tanta
prisa, a aquél que sin capa azul o espada, sea digno de tan gentil dama.
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