Una primavera original, comenzando con hora y media de viaje para enterarnos que las playitas de olivos ya no existen, cambiando el destino a Tigre, redirigiéndolo a San Isidro, a tierras nunca antes vistas, únicas, habitadas por hermosos seres extraordinarios cuyas recreaciones se basaban en la práctica de acrobacias, canticos de candome y rock e inhalación de humos verdes y cebada de pastos dulces.
Un día para recordar y seguir aprendiendo a sobrepasar diferentes situaciones del vaso ''medio lleno''.
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