El NO rotundo, constante. Dichosa traba monosilábica. Es un paso atrás de la independencia, un punto a favor de la resignación. Los límites nos forman, nos llevan a establecer nuestra conducta para conocer el ''bien'' y el ''mal'' pero otras veces nos estancan, impidiendonos crecer y progresar, vivir experiencias que solo el momento y el tiempo indicado puede ofrecernos.
Pero al escuchar tan temible palabra bajamos la cabeza una vez más, aceptando la medida, por pura obligación, aun sintiendo el gusto a injusticia que la garganta no pudo digerir.
¿Qué hacer al respecto cuando después de probar diferentes posturas, la respuesta sigue siendo la misma?
El lamento sólo sirve para creer que el desahogo funciona. La rebeldía solo saca canas hasta en los púberes. La aceptación es algo casi tan triste como la resignación.
Hoy creo que solo queda aquello que llaman esperanza insistencia y paciencia, una espera ilusoria con fé en un futuro incierto.
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