Es un nuevo grito desauciado entre la indiferencia tajante. Tiñe cada pared, clausura el positivismo. Choca, arde entre las llamas de una pasión consumida hace tiempo. Renuncia a su propia dignidad para caminar entre ladrillos que nada sostienen, mientras un par de ojos demuestran el futil desprecio.
No!
ResponderEliminarCuánta equivocación en renunciar a la dignidad.
Escribe muy bien vecina.
Saludos