Fieles

20 enero 2011

Antítesis

En una mañana de lluvia en la que esta cebolla ya no podía dormir por el susto de los truenos y el dolor de espalda, decidió retomar aquél libro de Dostoievski, y como siempre, comienzó a reflexionar a partir de las frases que hacen ruido contra su cabeza:


''...Una vez más hoy me pregunto: ¿La amo?, y una vez más no sé qué contestarme. O más bien por centésima vez me he contestado que la odiaba. Sí, me era odiosa. Hubo momentos -al terminar cada una de nuestras entrevistas- en que hubiese dado la mitad de mi vida por estrangularla. De haber sido posible hundirle un puñal en el pecho, creo que lo habría hecho con placer...''

Dejó de apuntar su vista hacia la carilla y como si con sus ojos pudiera ver mi mente, se adentró en sus preguntas : ¿Será tan necesario odiar, aunque sólo sea de una manera mínima, para amar (de verdad) a alguien?
Pudo tener noción de aquella sensanción porque en su tiempo la sentió y de manera recíproca, pero... es realmente necesario tocar el infierno para conocer el verdadero paraíso?



No hay comentarios:

Publicar un comentario